Por Raúl S. Saura

En este país todo el mundo es seleccionador nacional y la ignorancia es muy atrevida. De esta combinación surgen resultados la mar de estúpidos; lo que ha tenido que aguantar Vicente Del Bosque y la Roja desde la debacle de Brasil no conoce otro nombre que sadismo. Acostumbrados a ganarlo todo y a la superioridad sobre todos, muchos no perdonaron el pinchazo al marqués y al equipo, los mismos que maravillaban antes. Y las voces de ignorantes surgieron asegurando que el míster merecía poco menos que la guillotina.
Pero dejemos a un lado a estos batracios, bastante ocupados andan subiéndose al carro: lo cierto es que la selección en el Colombino maravilló y convenció. El fracaso mundialista debía notarse y pocos hombres como don Vicente están tan preparados como para maniobrar y saber revolucionar un equipo inmejorable para mejorarlo aún más. Ayer en Huelva se apreció claramente y la nueva España gustó y convenció.
Idos muchos referentes como Puyol o Alonso, era tiempo para que otros como Iniesta, Silva o Cesc, auténticos veteranos ya, dieran un paso adelante. Y lo hicieron. Y Sergio y Jordi y Cazorla. Y era tiempo para que los más jóvenes hicieran acto de presencia, de que aprendieran de estos cracks para saber sucederles en un futuro. Isco Alarcón ha vuelto a casa con matrícula de honor en la materia.
El malagueño, fantástico los 80 minutos que jugó, fue el auténtico motor del equipo aupado por un trabajador Koke (otro que brilla con luz propia) y un Santi Cazorla feliz de sentirse importante. Pero lo del madridista no tiene nombre: tiró del equipo, recuperó, atacó, subió, bajó y abrió el marcador en el 17' con una obra de arte. Con un balonazo a la escuadra digno del Museo del Prado sentenció el encuentro ante una Bielorrusia de poca monta y calló a muchos bocazas: esta selección tiene futuro. Lo dice Isco, destinado a convertirse en el Real Madrid en el nuevo Zidane y en la selección española en el nuevo Iniesta. Golpes contra la pared se deben estar dando clubes como Valencia, Málaga, Barcelona o Manchester City por dejarlo escapar porque el chaval de 22 marcará época. Basados en su labor, los demás también tiraron del carro: los laterales (Juanfran y Alba) realizaron una labor portentosa, y Casillas volvió a demostrar su valía en el poco trabajo que le encargaron los bielorrusos. Todos a su alrededor, en definitiva.
Pero resultaría injusto mencionarlo solo a él cuando muchos más brillaron tras su estela: a los consabidos Koke y Cazorla (de cuyo papel protagonista cada vez dudan menos), hemos de añadir los Morata, Alcácer y Callejón, a falta de que se reincorpore a la plantilla Thiago Alcántara, el primero de esta última camada de artistas. Busquets (18') y Pedro (55'), demostraron que el Barça también tiene que decir en esta nueva etapa. Viendo el gran nivel de ambos con la elástica roja, la confianza depositada en ellos por Del Bosque desde hace varios años y su paso hacia la capitanía en otros pocos, queda bastante claro que quien tuvo retuvo. Así los debates sobre el compromiso ralentizan el ritmo y lo furibundo de los mismos; en esta selección, si no juegan unos, juegan otros. Como en los mejores tiempos, el nivel de los suplentes no deja nada que desear ante los titulares.
Hasta que la actual campeona germana diga lo contrario, las sensaciones con este renovado equipo ante una rival inexistente son buenas. Las estrellas caminan hacia la capitanía, las promesas hacia el estrellato y, por lo demás, seguimos con la misma tónica: ganando y convenciendo. Con los Iniesta, Cesc y Silva de referentes (duele reconocer que, de haber estado estos a su mejor nivel, el malagueño no hubiera salido del banquillo), con Isco, Thiago y Alcácer como seguro de espectáculo y con los demás los halagos no disminuyen.
Esta selección, aunque quizás ya no vuelva a ser lo que fue, tiene futuro y todavía mucho fútbol que desplegar. Lo siento por los aprovechados que ahora se llenan la boca con lo mucho que confiaron en los futbolistas cuyos nombres aún no han memorizado. Pero el marqués sabe lo que hace y lo ha vuelto a demostrar. Podemos.
Hasta que la actual campeona germana diga lo contrario, las sensaciones con este renovado equipo ante una rival inexistente son buenas. Las estrellas caminan hacia la capitanía, las promesas hacia el estrellato y, por lo demás, seguimos con la misma tónica: ganando y convenciendo. Con los Iniesta, Cesc y Silva de referentes (duele reconocer que, de haber estado estos a su mejor nivel, el malagueño no hubiera salido del banquillo), con Isco, Thiago y Alcácer como seguro de espectáculo y con los demás los halagos no disminuyen.
Esta selección, aunque quizás ya no vuelva a ser lo que fue, tiene futuro y todavía mucho fútbol que desplegar. Lo siento por los aprovechados que ahora se llenan la boca con lo mucho que confiaron en los futbolistas cuyos nombres aún no han memorizado. Pero el marqués sabe lo que hace y lo ha vuelto a demostrar. Podemos.
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